martes, 6 de julio de 2010

EL RESPETO A LOS PADRES Y LA DELINCUENCIA


• “En esta era de rebelión, los hijos no han recibido la debida instrucción y disciplina y tienen poca conciencia de las obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo que cuanto más hacen sus padres por ellos, tanto más ingratos son, y menos los respetan”

Hace más o menos cuatro años, cuando estudiaba una maestría en educación en el estado de Chiapas, una de las materias que analizamos tenía que ver con los métodos de educación a través de la historia. Teníamos que hacer un ensayo que manifestara si los métodos antiguos son mejores que los actuales o viceversa.
Una de las cosas que añoramos (desde hace ya un tiempo) de la educación tradicional es el respeto que los alumnos tenían hacia los maestros.
A mis abuelos y padres les tocó vivir esa etapa en que los maestros eran respetados por toda la comunidad, especialmente de los alumnos.
Eran consejeros además de maestros, amigos, hasta se constituían en autoridades incluso para decidir lo mejor para la comunidad.
Por supuesto, este respeto era consecuencia de la educación que los niños, menores y hasta jóvenes recibían en sus casas.
Mis padres me contaban que antes, los niños no se entrometían en las pláticas ajenas, obedecían a la primera, respetaban a los mayores y trabajaban desde pequeños en las labores del hogar y/o del campo; ahora los niños son irrespetuosos, les gritan a los padres y hasta le faltan el respeto, por supuesto que ya no participan en las labores del hogar, mucho menos de los trabajos manuales.
¿Por qué tanta decadencia moral en nuestros hijos y en la sociedad?
Por la marcada falta de respeto de los hijos hacia los padres, alentadas en muchas ocasiones por leyes absurdas que en lugar de alentar el respeto de los descendientes hacia sus progenitores, le han dado poder para faltarles el respeto y hasta de demandarlos cuando son castigados por sus malas conductas.
El respeto a la autoridad, se deriva del respecto hacia los padres en el hogar y fuera del mismo. Siendo que el hogar es el fundamento de la sociedad y de la nación, lo que pase en el hogar, le pasará eventualmente a la sociedad y a la nación.
“Respeten todos a sus padres y a sus madres” dice el legendario libro de los cristianos, la Biblia.
Reflexionemos en lo siguiente: “En esta era de rebelión, los hijos no han recibido la debida instrucción y disciplina y tienen poca conciencia de las obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo que cuanto más hacen sus padres por ellos, tanto más ingratos son, y menos los respetan”
De ahí la decadencia de la sociedad. Honrar a los padres significa confortarlos y apoyarlos en su vejez. En ese aspecto las leyes han fallado, ¿Cuántos padres han sido abandonados por sus hijos y las autoridades no hacen nada para obligar a estos a que cumplan con sus obligaciones?
La cadena de moralidad y el nacimiento de un buen ciudadano se encuentran en los hogares. La primera autoridad que una persona normalmente conoce son sus padres. Si el niño no aprende a obedecer a sus padres, difícilmente va a obedecer otra autoridad en la vida.
En la vida vamos a encontrar muchas fuentes de autoridad. A la de los padres, siguen los maestros de la escuela primaria, y de allí hasta la universidad. Así sucesivamente hasta llegar a nuestras autoridades civiles.
Si el niño no aprendió a obedecer a sus padres, tendrá serias dificultadas con sus maestros y con otra autoridad. La obediencia a nuestros padres es la guía y clave de toda otra obediencia.
De ahí nace mi desencanto al nacimiento de algunas leyes que castigan al padre y le quitan autoridad cuando de reprender a sus hijos se refiere.
Los niños actualmente si el padre le quiere llamar la atención o si le quiere dar unas “nalgadas”, amenazan con llamar al 066 porque según le dijeron en la escuela, esto es violencia familiar.
Esto ha traído como consecuencia la podredumbre moral de nuestros niños, menores y jóvenes, que al haber leyes que incluso lo impulsan a no respetar la autoridad paterna o materna; lo que deriva en que menos respeten a los maestros ni a nuestras autoridades.
Por eso decía mi abuela: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.
“Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque es justo”
Mi correo; guillotinakora@yahoo.com.mx
http://guillotinakora.blogspot.com/

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