viernes, 22 de enero de 2010

TRAFICO DE INFLUENCIAS


Nuestros distinguidos diputados hacen del tráfico de influencias, el pan nuestro de cada día. Por supuesto que no son los únicos, sin embargo, el día de hoy queremos referirnos a ellos por la doble moral que manejan muchos de ellos.
Cuenta la historia que en cierta ocasión un joven soldado mexicano quiso entrar a saludar al presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Por supuesto que el estado mayor presidencial no lo dejó pasar. Este joven soldado estaba desesperado por la enfermedad mortal de su madre y quería pedirle al presidente su autorización para abandonar el ejército e ir a su ciudad a cuidar a su adorada progenitora.
Muy triste empezó a caminar por los pasillos de palacio nacional, un niño que jugueteaba por esos lugares se dio cuenta del dolor de este joven. Se acercó al muchacho y le preguntó el motivo de su tristeza.
El joven le contó que sufría mucho porque su madre estaba muy enferma y que estaba muy triste porque no lo habían dejado hablar con el presidente de México para pedir permiso para estar con ella los últimos días de su vida.
El niño le dijo que no tenia de que preocuparse. Enseguida lo tomó de la mano y lo guío hasta la oficina donde estaba el presidente de nuestro país.
Increíblemente, ahora nadie se interpuso en el camino de estas dos personas. El niño entró hasta la oficina del presidente y el joven le pudo explicar su situación.
Al salir de la oficina del primer mandatario, el joven soldado buscó al niño para darle las gracias. Cuando estuvo enfrente de él, le hizo la siguiente pregunta: ¿Cómo sabias que nadie te iba a detener y que podría hablar con el presidente de México?
El niño con suma inocencia le contestó: “Es que el presidente de México, es mi papá”.
El tráfico de influencias puede darse de diversas maneras, y usted estimado lector es testigo de estas prácticas que limitan a los ciudadanos bien nacidos de una oportunidad de salir adelante. Hijos e hijas de funcionarios que despachan en oficinas de gobierno cobrando jugosos sueldos, gracias precisamente a este cáncer que ha sido muy difícil de erradicar en todo el país. Y es que este problema se da en todos los ámbitos del poder: Ejecutivo, legislativo y judicial. Además de que esto sucede en el gobierno federal, estatal y municipal.
Los hijos de diputados y/o ex diputados, hoy son los que ganan los mejores salarios en las diversas entidades gubernamentales. Son los prepotentes que no tienen ni un gramo de humildad para atender a los ciudadanos en las oficinas de gobierno.
Son los que manejan lujosas camionetas por las calles de nuestra ciudad. Los que compran casas cerca de la playa. Los que se estacionan en lugares prohibidos. Los que manejan bien drogados y/o borrachos y que insultan a los elementos de transito o policías que se atreven a marcarles el alto.
Los hijos de estos representantes de la sociedad en el congreso de estado, hacen lo que quieren en los municipios de donde sus influyentes padres son diputados.
Gritan, amenazan, golpean, insultan y hacen daño impunemente, sin que nadie les pueda decir o hacer algo. Tratan como a gatos a los policías municipales y se burlan de los “tamarindos” que le marcan el alto por andar a exceso de velocidad.
No solamente nos quitan una oportunidad de progreso a los nayaritas, sino que además, se burlan de todos nosotros, de las autoridades. Lo peor, con el consentimiento de sus influyentes padres.
Otra forma que tienen los diputados de realizar jugosos negocios a través del trafico de influencias, es precisamente por medio del litigio.
Los diputados que son abogados, además de acomodar a sus familiares en las funciones publicas con jugosos sueldos. No se van a dar el lujo de dejar de ganar millones de pesos a través del ejercicio de la abogacía a través de sus despachos y del poder que tienen con la investidura de una diputación.
Abogados con doble moral, ya que por un lado hablan de la honestidad, de la fiscalización de recursos a los presidentes municipales y critican cualquier tipo de actividad del gobierno del estado a favor de los ciudadanos. Sin embargo, sin la misma crudeza moral con la que critican, hacen millonarios negocios representando asuntos legales que hablan por si mismo de la moralidad y ética que estos angelitos no tienen.
Estos asuntos millonarios, se negocian con las autoridades a través de una llamada telefónica de estos diputados, ni siquiera tienen que ir a platicar con los funcionarios.
Estas son solo algunas formas de hacer negocios en los oscurito. Pero aun hay más. Diputados que inician exitosos negocios, convirtiéndose en proveedores del gobierno, empresas constructoras que ganan licitaciones y … un largo etcétera que analizaremos en otra en otra columna.
¿No existe una ley que prohíba este tipo de situaciones anormales?
¿No es suficiente la ética y la moral para dejar de realizar estos actos de tráfico de influencia? Como dijera un prestigiado periodista: “No hay moral”.
Mi correo; guillotinakora@yahoo.com.mx
http://guillotinakora.blogspot.com/

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